miércoles, 25 de mayo de 2016

Tercer Parcial 3.2 EN EL IMPERIO ROMANO


3.2 EN EL IMPERIO ROMANO


El comercio romano fue el motor que condujo a la economía de finales de la República y principios del Imperio. Modas y tendencias de la historiografía y cultura popular han tendido a no ocuparse de la base económica del imperio en favor de lingua franca que fue el latín y las hazañas de las legiones. Tanto la lengua como las legiones fueron apoyadas por el comercio, siendo al mismo tiempo parte de su espina dorsal. Los romanos eran hombres de negocios y la longevidad de su imperio se debió a su comercio.
Aunque en teoría los miembros del Senado y sus familias tenían prohibido dedicarse al comercio, los miembros de la orden ecuestre sí lo ejercierón, a pesar de sus aristocráticos valores que hacían énfasis en pasatiempos militares y actividades recreativos. Los plebeyos y libres tenían tiendas o atendían puestos en los mercados mientras grandes cantidades de esclavos hacían casi todo el trabajo duro. Los propios esclavos eran además objeto de transacciones comerciales, y dada su alta proporción en la sociedad (comparada con la Grecia Antigua) y la realidad de las fugas, las guerras serviles y las sublevaciones menores, dieron un toque distintivo al comercio romano.
La intrincada, compleja y extensa contabilidad del comercio romano fue efectuada con la ayuda de tableros contables y ábacos romanos. Éstos, que usaban números romanos, estaban especialmente ideados para las cuentas en monedas y unidades romanas.

El Forum cuppedinis de la antigua Roma era un mercado que ofreció a mercancías generales mientras que al menos cuatro otros grandes mercados se especializaban en mercancías particulares como el ganado, el vino, el pescado y las verduras, y el Foro Romano atraía el grueso del tráfico. Todas las nuevas ciudades, como Timgad, fueron ordenadas según un plano ortogonal que facilitaba el transporte y el comercio. Las ciudades fueron conectadas entre sí por buenas calzadas. Los ríos navegables fueron utilizados extensivamente y algunos canales fueron cavados pero ni unos ni otros dejaron restos arqueológicos tan claros como los caminos y por tanto suelen ser subestimados. Un mecanismo importante para la expansión del comercio era la paz. Todos los asentamientos, especialmente los más pequeños, podían localizarse en lugares económicamente racionales. Antes y después del Imperio, las posiciones defensivas en cimas de montes fueron preferidas para los asentamientos pequeños, pues la piratería hizo el establecimiento costero particularmente peligroso para todos, salvo las ciudades más grandes del imperio.

Para el siglo I, las provincias del Imperio Romano negociaban los enormes volúmenes de mercancías entre ellas por rutas marítimas. Había una mayor tendencia hacia la especialización, particularmente en la fabricación, la agricultura y la explotación minera, especializándose algunas provincias en producir ciertos tipos de mercancías, tales como grano en Egipto y África del Norte y vino y aceite de oliva en Italia, Hispania y Grecia.

Nuestro conocimiento de la economía romana es extremadamente desigual. El grueso de la mercancía negociada, al ser agrícola, no dejó ningún resto arqueológico directo. El comercio de vino, aceite de oliva y garum (salsa de pescado fermentado) dejó excepcionales algún ánfora. Pero no podemos hacer una sola referencia al comercio entre Siria a Roma del dulce o mermelada de membrillo.

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